Fútbol contra el enemigo - Reseña crítica - Simon Kuper
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Fútbol contra el enemigo - reseña crítica

Fútbol contra el enemigo Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Deportes y Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788493985035

Editorial: CONTRA EDICIONES

Reseña crítica

Este libro es una combinación perfecta entre un diario de viaje con un ensayo social político. Simon Kuper muestra su gran capacidad de análisis para hacer una acertada radiografía de por qué el fútbol es tan importante en el mundo. Su influencia en todos los estratos de la sociedad, las culturas y los partidos políticos posibles es innegable. Aquí, la prueba.

El fútbol es la guerra

La mayor rivalidad del fútbol europeo en nuestros días es -sin dudas- Alemania contra Países Bajos. Quizás algún día se quiebre cuando se enfrenten Serbia y Croacia, pero de momento es esa.

Para Simon Kuper, el quiebre se dio en la Eurocopa de 1988. Los holandeses vencieron a los teutones en semifinales por 2-1. Fue tanta la magnitud que el 60% de la población salió a festejar el triunfo.

Muchos piensan que esto sucedió porque fueron liberados traumas que habían quedado sepultados tras la Segunda Guerra Mundial. En realidad, la antipatía era en gran medida por el fútbol.

El grupo de estrellas conformado por Gullit, Rijkaard, Van Basten, Wouters y Ronald Koeman eran mejores que los alemanes, tanto dentro del campo como fuera. Eran vistos por los holandeses como mejores personas.

Y eso los motivó a ser mejores que los alemanes por primera vez en la historia. De ahí el desprecio del pueblo neerlandés -sobre todo los jóvenes- hacia sus vecinos.

Cuando ya no lo sean, los fanáticos dejarán de preocuparse por este derby.

El disidente

Durante la separación de Alemania y los meses posteriores a la caída del muro, Berlín contaba con dos grandes clubes: el FC Berlín, en la parte Este -antes conocido Dinamo-, y el Hertha BSC, en el Oeste.

El Dinamo nunca fue querido porque se creó para que el título de la Alemania Democrática quedara en la capital. Y su principal cara era el jefe de la Stasi.

En tanto que el Hertha en su momento fue el club de la ciudad. Fue campeón nacional pero entró en decadencia luego del levantamiento del muro en 1961: la mitad de sus jugadores e hinchas quedó del otro lado.

Uno de esos miles de aficionados fue Helmut Klopfleisch. Con un grupo de fanáticos se juntaba en el muro para alentar al Hertha y seguir las canciones que llegaban desde el estadio cuando este hacía de local.

Hasta que fue un paso más allá: fundó la Sociedad Hertha en Berlín Este de forma ilegal.

Recibía la visita de entrenadores, directivos y jugadores que cruzaban el muro sólo para dialogar un rato con ellos en el fondo de algún café.

Sin embargo esto le valió ser espiado, perseguido, detenido e interrogado por la Stasi.

Los bálticos quieren ir a América

Lituania, Letonia y Estonia fueron de los primeros países en independizarse de la extinta Unión Soviética.

Lo hicieron a tiempo para jugar las Eliminatorias Europeas de cara al Mundial de 1994, a realizarse en los Estados Unidos.

En su debut competitivo, Lituania logró empatar 2-2 con Irlanda del Norte como visitante. Aunque la verdadera prueba para la región llegó cuando tuvo que visitar Riga para enfrentar a Letonia.

Pero los problemas eran otros.

En la selección lituana, apenas había unos pocos profesionales que se desempeñaban en Austria. Tenían demasiados privilegios en relación a sus compañeros.

Para Letonia y Estonia el drama era diferente. Todavía hoy heredan un gran porcentaje de rusos en su población. Stalin había mandado una gran cantidad de funcionarios allí cuando invadió el Báltico.

En la primera, la selección estaba compuesta por rusos. De ahí se desprendían dos inconvenientes: los rusos no querían letones en el equipo y los letones no querían alentar a un equipo ruso.

En tanto que en Estonia se impuso un límite de jugadores rusos permitidos. Por eso el plantel era la base del Flora Tallinn, que era el cuarto equipo del torneo local. Los mejores no podían estar.

Un skinhead salva el honor de la nación

Hungría y Eslovaquia aún mantienen sus diferencias territoriales.

En los ‘90, esto se vio acrecentado cuando el presidente nacionalista Meciar mandó a la policía antiterrotista a reprimir a la parcialidad húngara del Ferencvaros, que visitaba al Slovan Bratislava por un partido de la Recopa de Europa.

La excusa fue que -supuestamente- los hinchas cantaban “Queremos una Hungría Grande” y “Devuélvannos Eslovaquia del Sur”.

Sin embargo, la reacción fue desmedida e injustificada. Meciar quería dar un mensaje de dureza, pero las imágenes terminaron viéndose en todo el mundo luego del 4-1 a favor del Slovan.

A pesar del resultado en contra, el Ferencvaros era optimista para la vuelta en Budapest.

Se calificó al partido como de riesgo máximo y se invitó a los periodistas y aficionados eslovacos a no viajar a Hungría.

No obstante, un skinhead logró ingresar al estadio y colgó una bandera del Slovan en una grada. Quedó como el “héroe solitario eslovaco”, vio el 0-0 con el que su equipo avanzó de ronda ante 30 mil desencajados húngaros y hasta dio entrevistas a los medios.

Gazza, Europa y la caída de Margaret Thatcher

Kuper cuenta que en Gran Bretaña suelen clasificar a los jugadores en dos tipos: británicos, como Tony Adams o Jack Charlton, y continentales, como Chris Waddle y Eric Cantona.

Pero las diferencias no quedan solo en la cancha. Los continentales suelen tener más cultura general y adaptabilidad para vivir en otros países que los británicos.

Aunque no podría decirse lo mismo de Paul Gascoigne, “el más continental de todos los ingleses” según el autor.

Gazza es el perfecto representante del pueblo inglés y la gente lo sabe. Para los ingleses, él es el verdadero inglés y juega al fútbol tan bien como los continentales, aunque sin compartir su manera de ser”.

Justamente todo lo contrario a Margaret Thatcher, que le vendió a su pueblo una imagen de que el inglés era un ser superior. Algo que casi nadie le creyó.

Roger Milla y el presidente Biya

Camerún fue la gran sorpresa del Mundial de Italia 1990. Llegó hasta cuartos de final -primera vez para una selección africana- y dejó nombres para el recuerdo, como Roger Milla o Benjamin Massing.

Después de que venciera a Argentina en el debut, el presidente camerunés Paul Biya estrechó sus manos con otros jefes de Estado.

Eso sorprendió a Milla, la figura: “Es gracias al fútbol que un país pequeño puede convertirse en grande”.

Pero lo que pocos conocían en ese momento era que Biya era un presidente totalmente autoritario.

Fue el propio Biya quien llamó a Milla para disputar el Mundial. El jugador tenía 38 años y estaba al borde del retiro mientras jugaba en la remota isla de Reunión.

Por la misma razón, en Camerún poco se sabe acerca de lo que sucede en los entretelones de la política.

La realidad era otra: los militares actuaban de manera funcional al presidente -reprimiendo o haciendo propaganda- y la oposición estaba silenciada casi por completo.

Mandela en Helderfontein

La concentración de los bafana bafana en Helderfontein en 1993 fue famosa porque recibió la visita de Nelson Mandela, que estaba en plena campaña para las primeras elecciones multirraciales de Sudáfrica.

La selección nacional unía a negros, blancos, indios y mestizos y debía jugar un partido clave de Eliminatorias ante Nigeria.

“Es una de nuestras actividades más cohesionadoras”, dijo Mandela cuando les dio un discurso a los jugadores. Y tenía razón. El fútbol era lo único que unía a todas esas diversas personas.

Incluso era un país extraño porque los deportes estaban divididos por etnias: los afrikáners jugaban al rugby, los ingleses al críquet y los negros al fútbol. Pero si algo tenía el fútbol, era que les agradaba a todos.

Por eso este partido tenía tanta expectativa a nivel político.

Finalmente, se disputó ante 60 mil personas y acabó en empate a cero. No alcanzó para clasificar al Mundial de Estados Unidos, pero sí demostró que la unidad no era una utopía.

¡Argentina campeón!

En 1993, Diego Maradona regresó a la selección argentina luego de cumplir su sanción por consumo de cocaína. Lo hizo en Buenos Aires y nada más ni nada menos que ante Brasil, en un cotejo que conmemoraba el centenario del fútbol albiceleste.

“Maradona es lo que ellos llaman un ganador. Ha tomado tantos analgésicos que podría acabar confinado en una silla de ruedas y, pese a haberlo ganado todo, sigue jugando”, sostiene Kuper.

En Argentina, el fútbol y la política van de la mano. El pueblo vive las dos cosas de manera apasionada. Y los políticos -o militares- siempre tratan de sacarle jugo al fútbol.

Sucedió con el Mundial 1978, donde el país sudamericano fue sede y campeón.

Si bien nada se comprobó, existen sospechas de sobornos por parte del gobierno de facto de ese momento hacia Perú para que se dejase vencer. También de dóping por parte de jugadores locales en la final ante Países Bajos.

En los ‘90, el presidente Carlos Menem también lo utilizó. Incluso armó un amistoso donde enfrentó a Bobby Charlton.

Pelé, el malandro

El malandro es una figura típica del folklore brasileño, dice el autor. Quiere ser libre sin importarle nada. Es pobre, pero como estafa, disfruta de una vida de lujo a pesar de ser descendiente de esclavos.

“Existe una conexión muy directa entre engañar a los defensas en el terreno de juego y ser un chaval espabilado en la vida real. Ese niño es un malandro”, agrega el profesor Muniz Sodré.

El malandro por excelencia en el fútbol fue Garrincha. Pelé y Didí fueron más capoeira porque inventaron movimientos.

Más allá de estos estilos, los tres representaban lo que se creía era la alegría del pueblo brasileño.

Sin embargo, los tiempos han cambiado.

Si bien Brasil logró recuperar el juego alegre y vistoso de su época de oro en el Mundial 1982, se empezó a debatir sobre si su fútbol debía avanzar o si tenía que luchar por volver a sus raíces.

“El fútbol nunca es solo fútbol. Cuando hablan de fútbol, los brasileños también hablan del tipo de país que Brasil debería ser”, comenta Kuper.

Para él, lo están haciendo todo al revés: ya no hay malandros, ni regateadores negros. Pero sí favelas con asesinos, estrellas blancas surgidas de la clase media y un nuevo deporte blanco, la capoeira. “Fútbol moderno y política atrasada”.

Celtic y Rangers, o Rangers y Celtic

El Old Firm es uno de los derbis más icónicos del mundo. Enfrenta al Celtic, equipo católico, con el Rangers, club protestante, en un duelo que paraliza Glasgow y Escocia.

Aunque hay matices. En Celtic siempre han alineado jugadores protestantes. En cambio, en Rangers, la tradición está ante casi todo.

Además, los aficionados del Celtic suelen ser pobres y los del Rangers, ricos.

Hay una cuestión más: el arraigo del Celtic en Irlanda. Los hinchas del Rangers incluso piensan que los jugadores del Celtic no dan todo cuando juegan por Escocia porque se sienten irlandeses.

En la parte deportiva, el Celtic fue el primer elenco británico en conquistar la Copa de Europa. Fue en 1967, luego de derrotar 2-1 al Inter de Milán.

De Boston a Bangladesh: en el Mundial 94

Durante el Mundial 1994 de los Estados Unidos, Kuper trabajó para la televisión yankee en Boston. Su función consistía en identificar a los jugadores en los partidos para que los técnicos pudieran poner su nombre en pantalla cuando se destacaban o les sucedía algo.

Por eso visitó muchas concentraciones de selecciones para poder conocer mejor a los futbolistas, teniendo en cuenta que no existían las facilidades tecnológicas de hoy.

Pero lo que más le llamó la atención fue que allí pudo comprobar que el Mundial es, y será cada vez más, lo más importante.

Por primera vez en la historia sucedió que el Mundial atrapó a Estados Unidos, y no al revés como sucedió con otros países. El pueblo estadounidense comprendió la magnitud del evento y abrazó al fútbol como nunca antes lo había hecho.

Sin embargo, las repercusiones no se detuvieron ahí.

Cuando Diego Maradona fue expulsado por haber dado positivo por efedrina, 20 mil personas salieron a protestar por las calles de Dhaka, Bangladesh, amenazando con prender fuego todo si no lo dejaban volver a jugar.

En tanto que las diferencias étnicas quedaron olvidadas por un mes en Rumania, con el mago de etnia macedonia Gheorghe Hagi.

Cuenta el autor que en una oportunidad, un reportero estadounidense le preguntó a un haitiano qué era más importante, si Brasil o una invasión norteamericana.

La respuesta no tiene desperdicio: “Todos los días tenemos hambre, todos los días tenemos problemas y todos los días escuchamos las amenazas de invasión de los Estados Unidos. Pero un Mundial es algo que solo tenemos una vez cada cuatro años”.

Notas finales

“Fútbol contra el enemigo” es un excelente libro alternativo sobre el deporte rey del mundo.

Simon Kuper lo publicó en 1994, luego de recorrer 22 países y presenciar el Mundial de Estados Unidos.

Como su perfil lo preveía, no se quedó con la parte superficial de este maravilloso juego. Realizó un análisis sociocultural sobre diferentes países, regiones y situaciones que permiten entender diferentes trasfondos.

A través del fútbol explica la reunificación de Alemania, la disolución de la Unión Soviética y la creciente corrupción de los países del tercer mundo.

Sin olvidar nombres como Paul Gascoigne, Diego Maradona o Pelé. Tampoco Margaret Thatcher, Nelson Mandela o Paul Biya.

Si alguna vez dudaste sobre el fútbol, este libro lo deja bien en claro: en este planeta no hay nada más importante que él.

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¿Quién escribió el libro?

Es británico, pero nació en Uganda y se crió como un trotamundos: vivió en Londres, los Países Bajos, Estados Unidos, Suecia y Jamaica. Asistió a universidades prestigiosas como Harvard... (Lea mas)

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